Se ha ido al revés de como vino.
En silencio.
Como durmiéndose en el alambique del sueño.
Como recién nacido a la templanza del sosiego.
Se ha ido pero se quedan los incisivos profundos
en las huellas soterradas de la memoria
y ese ladrido que retumba
en las cavidades inmensas de la sed más profana.
Espéranos, Chamán,
ya mismo estamos llegando.
Mes: octubre 2012
La vida es una ramera con aires de princesa por eso, a veces,
solo a veces,
huele a rosas.
Me dedico al teatro y a la poesía para no desfallecer.
Para no morir mañana.
Para no haber muerto ya.
Para eternizarme en la colérica rima que se desata enamorada.
Para desvanecerme en la lágrima prendida de un cementerio sin nombre
en el iris trepidante de mi compañero actor.
Me dedico a este mundo de la nada donde la eternidad se subleva
sumergiéndose en pedazos de desgarros infinitos,
en espejos que se rompen, como alas de libélulas,
que siguen resurgiendo desde las mismas llamas del olvido.
Me dedico a ser efímera y cercana como yo misma,
a ser voluble y primitiva como la roca que habito,
a ser el suspiro que llama a las cosas por su nombre,
por el nombre arcano de los dioses que inventan
un sendero apacible en el que desandar los pasos del llanto infinito.
Para no desfallecer,
para eternizarme en mí misma,
para seguir amándome… todavía.
«Vendréis hasta aquí, mortales,
dejando este mundo ruin,
aquí encontraréis el fin
de los bienes y los males.
Desde los más principales
al pobre que con la azada
se gana un pan de cebada.
Desde el más sabio al más tonto
aquí llegaréis muy pronto
reducidos a la nada.»
Queremos llegar a tiempo a todo, pero es imposible.
Es imposible detener el tiempo.
La lágrima que cae sufre su propio espasmo de eternidad inconclusa.
Por eso somos felices, o creemos serlo,
por eso no estamos muertos todavía,
aunque a veces lo parezcamos.
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