Bienvenidos al hogar de mi alma

Mes: abril 2012 (Página 2 de 4)

Menú de poesía todo el día


                                                           Para Mario, Benedetti, Llorente.
Guapo, listo y, además, valiente.

En mi casa comemos poesía todo el día.
Por la mañana:
magdalenas de prisas para llegar al cole
sin legañas ni hambre.
A mediodía:
un primer plato de versos,
salpicón y rimas, rustidera de tildes
y unas fresas con nata con sirope de acentos.
Para la tarde:
deberes y tele
y un «te quiero mucho» rebozado en chocolate
entre sonetos que buscan
los algodonados brazos del asonante sofá.
Después llega la noche
y el pijama se llena de sinónimos azules,
desdentadas estrellas que incineran príncipes
en la agonía láctea de la esperanza.
En mi casa comemos poesía todo el día,
para que luego no digan
que vivimos del cuento.

Boquitas de Besugo (VI)

“Se me ponen las plumas de gallina” (Sofía Mazagatos)
«No hago dieta. Solamente no como todo lo que me gustaría» (Linda Evangelista)
“Se toma tanta drogaína que ha de morir de una doble dosis” (Malena Gracia)
“No son estrellas fugaces, es una lluvia de motoritos” (Isabel Pantoja)
“¡Qué calor, qué soborno!” (Yola Berrocal)
«Perdimos porque no ganamos» (Ronaldo)
«Un hombre debe oler a hombre. Hace 20 años que no uso desodorante» (Mathhew McConaughey)
«La literatura de ficción es maravillosa. Te lo puedes inventar casi todo» (Ivana Trump)
«Las películas de hoy en día son muy raras, te hacen pensar» (Britney Spears)

Cuando la indignación aprieta, llamemos a los poetas: Gioconda Belli


Acaba de instalarse en el corazón de los hombres como una garra primigenia que buscara la sed innata de los caminos sin horizonte. La sed nos persigue, el hambre merodea sobre las altas columnas como buitres que ansiaran el último aliento, y una palidez eterna de balcones sin geranios, se instala en el crepúsculo tétrico de la luz sin futuro. Hay gritos retornando desde la historia del mundo, espadas que esbozan heridas sin milagro y balas que perdieron el fuego sobre la oronda desazón de las lágrimas. Pero arriba, en la cima del poder y del tesoro nadie escucha, se han vuelto sordos los tronos, ignorantes las corbatas y los cetros, patéticos los peinados y las coronas. Entonces cuando el pueblo aúlla y nadie le escucha, es el momento de llamar a los poetas.

Huelga
Quiero una huelga donde vayamos todos.
Una huelga de brazos, piernas, de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.
Quiero una huelga
de obreros de palomas
de choferes de flores
de técnicos de niños
de médicos de mujeres.
Quiero una huelga grande,
que hasta el amor alcance.
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj las fábricas
el plantel los colegios
el bus los hospitales
la carretera los puertos.
Una huelga de ojos, de manos y de besos.
Una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos del tirano que se marcha.

Gioconda Belli

« Entradas anteriores Entradas siguientes »