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DÍA 25: Vacaciones en casa

¡¡Empiezan las vacaciones!!

Acabo de preparar la maleta, este año me llevaré lo justo: 

  • unos cuantos delantales para estar siempre limpia en la cocina;
  • un par de pijamas calentitos, me han dicho que quizás vuelva a llover y bajen las temperaturas;
  • jabón de manos, alcohol, máscarillas y guantes desechables;
  • pasta de dientes,
  • diez paquetes de kleenex y
  • un termómetro.
  • Tampoco voy a olvidar un lápiz labial, el de rojo más intenso, como no puedo besar a nadie me durará hasta más allá de la madrugada. 

He contratado un paquete multi-aventura, me gustan los riesgos, pero no sé si seré capaz de superarlos en tan frágiles instantes. 

De momento ya estoy haciendo algunas prácticas como entrenamiento máximo:

  • He puesto dos lavadoras sin suavizante.
  • Un pellizco más de sal en los guisos.
  • Cometo varias faltas de ortografía cada día, (ésto es sólo por sentirme en una edad juvenil que ya no merezco.)
  • He dejado de informarme sobre el coronavirus durante 24 horas.
  • Intento respirar lo justo pero, a menudo, se me va el pulmón y me excedo con el oxígeno.
  • Hace 5 horas, 10 minutos y 20 segundos que no he pasado la fregona con lejía. 

¡¡Por fin son vacaciones!! 

Hoy empezaré la ruta visitando las frondosas cataratas del cuarto de baño. Mañana, Dios dirá.

La buena gente

 

  Para mi familia andaluza

Nos embellecemos al contacto con la gente,
con la buena gente.
Cada cual con su mirada y su ritmo,
su olor y sus manías,
su agónica sed de edades imperturbables
o la esencia multicelular de su oxígeno.
La buena gente nos lanza en altura,
nos sumerge en abrazos
y nos manda señales de humo a través de los párpados
que emana el almíbar de la esperanza.
Son los grandes desconocidos del calendario,
los anónimos transeúntes de la luz cotidiana,
los que no aparecen en listas ni en preámbulos
y soportan el peso de la vida a lomos de su espalda.
Son los que expanden células y sonrisas a partes iguales,
los que besan sin miedo, sin pudor ni pecado,
los que saben que la libertad es mucho más que un silencio,
mucho más que un olvido o una ley obsoleta en los anales de la historia.
La buena gente es el sol de los días grises,
el punto y seguido de un domingo perfecto,
la beatitud bordada en carne
o la concupiscencia hecha milagro.
La buena gente está a nuestro lado
por eso, de tanto verla, a menudo, la olvidamos.

Al sur del sur

Volver de vacaciones

Deshacer la maleta y la térmica pereza.

Poner a secar la añoranza y los bañadores azules.

Rasgarse el verano sobre las vestiduras del llanto.

Inventarse macedonias de fotografías y besos.

Buscarte la voz más allá de la lluvia,

el llanto más lejos de las líricas pupilas.

Y volver sobre las huellas, como la luz renacida,

enarbolando caminos de infinitas auroras.

Abrir las ventanas con distintos paisajes,

con el mismo horizonte en el que aterriza el otoño

y saberse más sabia, más inmensa, más plena

sobre los raíles imberbes del frutal calendario.

Ahora queda, de nuevo, extender las sábanas

en los cobrizos colchones que añoran inviernos

sobre el perpetuo recuerdo de los besos al sol

y esperar que otro benévolo destino nos encuentre

allá donde la luz nunca cesa de esculpir vida.