Ya lo verás.
Al final todos iremos a la fosa común.
Con los paliativos precisos de un amor distorsionado, permitido, olvidado o, casi, presentido.
Somos hijos e hijas del amor y del insomnio, o quizá no.
O tal vez también.
Podemos ser el eco perdido de una mentira que gravita sin rumbo buscando una verdad que nunca será cierta.
Si estamos muertos o vivos da igual.
Lo veremos en el fondo de la última sílaba de una sinalefa.
Es el destino desatinado que nos empuja al infinito.
No lo dudes, amor.
Todos iremos a la fosa común.
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