Por fin me he hecho militante.
Socia número uno y única.
Un carné para mí sola.
He redactado mis propios estatutos y me he puesto la foto de la Comunión, esa en la que parecía Santa Teresa en su último estertor de éxtasis permanente.
Mañana mismo empiezo una revolución.
El infierno no puede ser más tenebroso que el miedo.
Mañana mismo.
Recién ponga el pie en el suelo y noviembre se cuele por las arterias de la esperanza,
por las articulaciones desvencijadas de la memoria.
Ya lo tengo todo preparado:
los calcetines de la suerte,
el bolígrafo lanza palabras,
un manual de primeros auxilios para las toses del alma
y unas bragas llenas de besos sobre el algodón de la esperanza.
¡¡Temblad tristes del mundo!!
Soy militante.
Mañana empiezo mi propia revolución.