+Para que nuestros seres queridos reposen en paz es necesario elegir la mejor lápida.
-Algo sencillo.
+¿Mármol, granito, porcelana? ¿Un paisaje de fondo?
-Algo sencillo.
+Tenemos Cristos crucificados, todas las Vírgenes y los mejores paisajes del Caribe que resultan la mar de emocionantes.
–Mi padre nunca fue al Caribe.
+Ni Antonia tampoco pero mira qué preciosa queda su memoria inmortal sobre las clarísimas aguas del Niagara.
-Nos gustaría ponerle unas palabras.
+Aquí tengo una libreta de versos inmortales, inmemoriables y, también, prescindibles.
–Gracias. Traemos las nuestras recién horneadas. Huelen a madalenas de leche y a rollos de anís.
+Las palabras son importantes pero… poca cosa. ¿Unas flores? ¿Unas palomas abrazándose por las alas de la memoria?
-Es suficiente. Menos es más.
+Son 600 euros.
Miré a mi hermano sin mirarlo.
Bolón se quedó mimético entre las rendijas de la persiana.
Pequeñas historias crean interminables mundos.
Los mundos infinitos de la memoria.
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