Hace apenas unos días amaneció gris.
Unos corrieron a refugiarse a sus casas, otros tuvieron que acudir a los hospitales.
Se apagaron los besos y se detuvo el cobijo del abrazo.
El cielo se había cubierto de desolados paraguas que tapaban el sol.
Amar se había convertido en el único verbo capaz de conjugarse consigo mismo.
Sin embargo, la primavera sigue brotando en los jardines, en los barrancos y entre los prados, en esas miméticas macetas que florecen con el sólo milagro de la vida.
El calendario no ha sabido detener su camino. Tampoco el ser humano.
Querido amigo, querida amiga:
vas a ganar la batalla porque el mundo necesita tus manos, tus ojos, la luz de tu alegría y el brillo de tu sonrisa.
Detrás de las ventanas huele a romero, hierbabuena y manzanilla. Detrás de las ventanas huele a esperanza. Detrás de las ventanas te están esperando.
Ganarás esta batalla.
Ganará la vida.
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