Bienvenidos al hogar de mi alma

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LA LUZ SIGUE ENCENDIDA

A mi prima Conchi

Siempre hay una luz encendida al fondo del pasillo, en las rendijas de la ventana o en la puerta del horno.

Una luz que solo necesita alimentarse de luz, de alegría y esperanza.

Esa llama inolvidable que se desliza por las hogueras del alma y que se vuelve incandescente e imperecedera.

El latido que ahora ha dejado de ser música para convertirse en eternidad.

La luz sigue encendida.

Gracias por tanto.

Nos veremos pronto.

YO TAMBIÉN SOY VERÓNICA

No te preocupes Verónica, yo también tengo días que me asomo a mi alma y necesito perderme entre los recovecos de los silencios.

Y me dejo llevar por el dulce vértigo de los balcones, por la ensimismada beatitud de los raíles o el dulce almíbar de los narcóticos.

Un día cualquiera, se despierta la fiera descarnada que acecha las sombras de la memoria, el tsunami lapidario de los silencios o el volcán agridulce del desencuentro.

Y todo estalla. Enmudece como un folio en blanco. Se difumina como una acuarela marina disuelta sobre el holocausto del llanto.

Después solo persiste, en la memoria de los otros, la risa que quedó flotando aquel día de aciagas esperanzas en las que el mundo parecía perfecto mientras la fiera estaba dormida.

La vida es un espejismo sobre la claridad fugaz de un calendario en penumbra.

Para Verónica, Blanca, Encarni, Robin, Kurt, Marilyn, Virginia, Alfonsina, Janis… in memoriam.

LA FOSA COMÚN

Ya lo verás.

Al final todos iremos a la fosa común.

Con los paliativos precisos de un amor distorsionado, permitido, olvidado o, casi, presentido.

Somos hijos e hijas del amor y del insomnio, o quizá no.

O tal vez también.

Podemos ser el eco perdido de una mentira que gravita sin rumbo buscando una verdad que nunca será cierta.

Si estamos muertos o vivos da igual.

Lo veremos en el fondo de la última sílaba de una sinalefa.

Es el destino desatinado que nos empuja al infinito.

No lo dudes, amor.

Todos iremos a la fosa común.

MENOS ES MÁS

+Para que nuestros seres queridos reposen en paz es necesario elegir la mejor lápida.

-Algo sencillo.

+¿Mármol, granito, porcelana? ¿Un paisaje de fondo?

-Algo sencillo.

+Tenemos Cristos crucificados, todas las Vírgenes y los mejores paisajes del Caribe que resultan la mar de emocionantes.

Mi padre nunca fue al Caribe.

+Ni Antonia tampoco pero mira qué preciosa queda su memoria inmortal sobre las clarísimas aguas del Niagara.

-Nos gustaría ponerle unas palabras.

+Aquí tengo una libreta de versos inmortales, inmemoriables y, también, prescindibles.

Gracias. Traemos las nuestras recién horneadas. Huelen a madalenas de leche y a rollos de anís.

+Las palabras son importantes pero… poca cosa. ¿Unas flores? ¿Unas palomas abrazándose por las alas de la memoria?

-Es suficiente. Menos es más.

+Son 600 euros.

Miré a mi hermano sin mirarlo.

Bolón se quedó mimético entre las rendijas de la persiana.

Pequeñas historias crean interminables mundos.

Los mundos infinitos de la memoria.

Y … ¿AHORA?

Y… ¿Ahora?

¿Qué hago con el corazón?

¿Cómo recompongo sus astillas?

¿De que forma modelo el barro roto, la porcelana perdida?

¿Quién restaurará los espejos?

¿En que orilla de río sin cauce me miraré sin verte, me veré sin mirarte?

¿Sobre qué cima abandonaré las alas, como quien olvida la maleta en una estación sin trenes ni memoria?

Y… ¿Ahora?

Y… ¿Mañana?

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