Me dijo:
-No quiero que te cuelgues por mí, soy un espíritu libre y no entiendo de leyes ni normas, de papeles ni firmas, de condenas voluntarias en el nombre del amor.
Yo lo entendí a medias,
sobre todo porque, cuando me despojé del cuerpo,
lo encontré buscándome sobre la cimbreante percha
que todavía olía a roble y vodka.
Nos tanteamos los bolsillos.
Seguimos siendo amantes todavía pese al tergal mohoso
y el desgarro frutal de los díscolos dobladillos.

Foto | Hisano Hisashi-1939