SUPERVIVENCIA EMOCIONAL

Bienvenidos al hogar de mi alma

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LAS PALABRAS

A menudo no sabemos qué hacer con las palabras, quizás por eso escribimos versos, le declaramos nuestro amor a los desconocidos o bordamos iniciales azules en las toallas rescatadas del algodón y la madrugada.

Las santas palabras, las impúdicas palabras, las dueñas de la miel y del veneno, cautivando el paraíso de los inocentes, escrutando la memoria de los infelices, buscando piedades indecisas en el abanico frutal de la ignominia.

A menudo no sabemos qué hacer con las palabras, por eso olvidamos la ortografía para dedicarnos a escribir verdades a medias en las tapias de los colegios donde orinan los mendigos y los directores de banco corruptos. Por las que se descuelga el llanto como una catarata de lava indecisa. Las mismas que, después de declarar el amor, firman sentencias de muerte con la baba repentina de los asesinos oficiales.

A menudo no sabemos qué hacer con las palabras ni con la vida tampoco.

2010

HOJARASCA Y HUMO

Se sentaron frente a frente

con los ojos cayendo como cataratas de vino

en un diluvio de deseo y costumbre.

Extendieron las manos

separando el enjambre de hojarasca

nacido en el último otoño.

El silencio era denso y el olvido perpetuo,

solo preguntas sin interrogante

levantaban oleadas de ausencia

entre el infinito acantilado de los cuerpos.

Otra vez el destino caprichoso

los unió al final del trayecto,

tenían demasiada sed para pedir agua…

Solo el humo encontró abrazadas

dos promesas de escarcha que nunca fueron ciertas.

Febrero – 2008

PRESENCIA ETERNA

A Luis Leal, mi padre

No tenemos suficiente memoria

para igualar los pasos

que, ordenados y azules,

se van sucediendo

a lo largo del sendero de la vida.

No disponemos de tanto pixeles en la retina

como para detener el paisaje,

entero y eterno,

en la brevedad infinita de los años

que se descuelgan en bandadas

de calendarios fugaces.

No tenemos tantos armarios en el alma,

tantos cajones, entre las costillas y la garganta,

para almacenar aquella brizna,

aquel ocaso,

esa otra raíz acariciando la roca

o esa tímida brisa que precede

al triunfo del camino completado.

No tenemos tantas manos

y, sin embargo, las caricias continúan

abriendo sendas sobre los empinados riscos de este valle

que ya conocen del fuego de nuestros nombres y apellidos.

«La soledad del taray y otros poemas»

Cuentamontes 2009

NADIA ANJUMAN

  

Indagando en la triste realidad de las mujeres de Afganistán, me encontré con NADIA ANJUMAN, activista feminista y poetisa. Una mujer que, con la llegada al poder de los talibanes, tuvo que abandonar sus estudios, disfrazarse con un burka y someterse a los dictámenes de un marido que no había elegido. Fue asesinada por su esposo a los 25 años.

Como legado y testimonio de una vida abocada a la injusticia y el dolor constante, nos ha dejado sus versos. Versos que hoy revolotean pidiendo ser liberados de su enclaustramiento.

NO DESEO ABRIR LA BOCA

Nadia Adjuman

No deseo abrir la boca

¿A qué podría cantar?

Yo, quien es odiada por la vida,

tanto da cantar que callar.

¿Acaso debo hablar de dulzura

cuando siento tanta amargura?

Oh, el festín del opresor

me ha tapado la boca.

Sin nadie a mi lado en esta vida

¿A quién dedicar esta dulzura?

Tanto da hablar, reír,

morir, existir.

Yo con mi soledad forzada

con mi dolor y mi tristeza.

Nací para nada.

Mi boca se debe sellar.

Oh mi corazón, ya sabe que es primavera

el momento para celebrar.

¿Qué debo hacer con un ala atrapada?

Así no puedo volar.

He estado callada por demasiado tiempo

pero nunca olvidaré la melodía,

que no paro de susurrar.

Las canciones que brotan de mi corazón

me recuerdan que algún día

romperé la jaula.

Volar de esta soledad

y cantar con melancolía.

No soy un frágil álamo

sacudido por cualquier viento.

Soy una mujer afgana,

entiéndase mi queja.

Estoy enjaulada en este rincón

llena de melancolía y pena…

Mis alas están cerradas y no puedo volar…

Soy una mujer afgana y debo aullar.

29 miradas

MADRUGADA

Por los páramos desérticos de la madrugada,

el viento fluye, en eterna fuga,

como de un ánfora penetrada de grises amapolas.

Dulce silencio que abruma estrellas de mediodía.

Como un océano pleno de horizontes

emerge el paisaje colmado de luz.

La noche acaba abocada al más lejano olvido

de aladas nocturnas y aves de añil.

Todo el sueño reposa en silencio bajo un volcán

sembrado de ríos gorjeantes de caña y junco.

Amanece sobre un tiempo de lunas y ciegos ecos

entre páramos de escarcha y rosado abril,

a lo lejos, como dulcemente punteada,

la tierra se llena de iris y cobre,

letargo mineral sobre la albahaca tierna

recién enamorada de un viento estrenado de luz.

Todo crece tras el bullicio materno de las raíces

prolongando sus miembros hacia el profundo sueño

de las más recónditas luces germinadoras.

Por los páramos desérticos de la madrugada

la vida estalla entre pausados tonos de soledad.

Ediciones Torremozas – 1987

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