
Para vosotros, que ya sabéis quienes sois
Los amigos son los amigos y es una estupidez intentar evitarlos.
Son esos seres que están ahí, alentándote el verano, escondiéndose detrás de una palabra o dando el beso justo cuando, al atardecer de los domingos, tienen que limpiarte los mocos del olvido, la putrefacción de la tristeza o esa baba de melancolía y añoranza que se cuela por las cloacas de la tristeza.
Son seres inmundos porque dan mucho y piden poco. Los que desconocen el límite del cielo y el infierno. Los que siguen tejiendo, como Penélopes incansables, la telaraña fugaz de los días iguales, el mantel desconchado del estambre y el hilo.
Los amigos, los verdaderos, se limitan a ser eso: amigos. El resto solo es un tránsito poblado de palabras encaramadas en las íntimas cimas de la memoria sin velo.
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