Bienvenidos al hogar de mi alma

Categoría: Taller del asombro (Página 3 de 4)

Pequeña sinfonía de alas y palabras

Para Rafa y para Álvaro

Venía a comer en su balcón con la esperanza de las migajas disueltas en el calendario. Se alimentaba con poco: algunos restos de pan, una gota de leche acurrucada en el alfeizar o la fibra disimulada de una díscola hoja de lechuga.
A hurtadillas y todavía con sueño, se encaramaba a dos patas, ahuecaba las alas y dejaba entonar un tímido piar como la canción antigua de las madres insomnes. La casa, entonces, se llenaba de ventanas despeinando el levante de las cortinas y en sí misma florecía con una destreza innata de abrazos y de flores.
La bautizó como Pepa porque traía el aroma de salitre y libertad de la caleta de Cádiz y sintió como si llevara volando muchos años, casi doscientos, por el cielo desértico de la tolerancia.
Me enseñaron a amarla y esperar su llegada en las madrugadas limpias de abril, sabiendo que, a menudo, las inclemencias del miedo le harían cambiar el rumbo de nuestra cita.
Ella siempre fue fiel, adivina los corazones de los amores sencillos y quizás algún día, antes de que llegue el adiós para las alas y el beso, venga a despedirse con una rama de olivo prendida en la memoria de la esperanza.

Sólo el amor

                                      Feliz Cumpleaños
Al final la vida solo tiene una puerta de salida, aquella que conduce a dos caminos inequívocos, la muerte o el amor.
Dos senderos que llevan al silencio del paisaje visceral de la esperanza, elevándose en montículos de delirante energía.
Pero sólo uno de ellos puede ser compartido.
El resto es humo que se queda prendido en los malecones del olvido, en la asimétrica voluntad de los rascacielos, en el tétrico paisaje del desaliento. El resto, es aquello que divaga por los bolsillos entre la soledad ingrata de los botones perdidos.
Sólo el amor nos salva, amor, incluso de nosotros mismos.

Poema imperfecto para dos niños con alas

 

                                 Para Diego y Daniel, en su segundo cumpleaños

He acabado sembrando piruletas bajo una seta de chocolate,
escarchando de azúcar la mejilla de la luna
y rebozando de algodón las copas de los árboles
que se mueren de envidia al calor de vuestras risas.
En la mesa ya tengo preparada una fuente de canela lírica,
fresones que se mueren de vergüenza al veros devorando
la nata nívea de los días azules
sobre el impertinente tránsito del calendario.
Es la eternidad hecha caballito de madera,
la duda y el olvido conjugándose en un puzzle
de redondeadas aristas enamoradas,
y esa oronda geografía de la pelota hecha cabriola
sobre la selva ignota de los parques vacíos.
Mirad como se ha llenado de hadas transparentes el horizonte y la lluvia,
como suenan vuestros nombres más allá de la piedra,
como, a pesar de los pozos y el llanto,
la luz sigue emergiendo desde las corolas intactas de la primavera.
Es la explosión de la vida que ocupa vuestros ojos
y desborda las alacenas pletóricas de miel enamorada.
Pero ya es la hora,
plegad vuestras alas,
lavaros las manos
y sentaros a la mesa,
hoy el menú sabe a esperanza
y el postre tiene las raíces inmortales de vuestra memoria.

Mi mundo y Maricarmen

                                                                                              A Joanmi Reig

Pues sí, Maricarmen, que hoy me invade la desgana. No sé, debe ser este frío glaciar, la descorazonada intransigencia de las entidades públicas o este huracanado sentimiento de haber perdido la esperanza en cualquier recodo del camino. Hoy no estoy para palabras ni para versos, hoy estoy, solamente, para que me mires al fondo de tu bola y me digas, como el espejo a la bruja de Blancanieves, que soy la más bella del reino.

Hazme un vudú de esos que tú sabes, risa adentro, carcajada jubilosa que cae como en una catarata de lluvia enamorada, eterno bálsamo para cuando los sueños se lapidan bajo un huracán de realidades precisas.

Mírame el tránsito de las estrellas, que mi planeta regente debe haber perdido su órbita y anda vagando zodiacos somnolientos a través de la Vía Láctea de mis venas.

Saca tu plumero de étnias infalibles, regalo virtuoso de un antiquísimo gurú que andaba descifrando el eco de la temblorosa enredadera, y hazme una apertura de chakras hasta en la misma médula de conciencia.

Menos mal que estás tú, Maricarmen, para regalarme la esplendorosa luz de tu bombilla, ahora que corren tiempos sombríos sobre las puertas cerradas.

 

Vida compartida

                                                                       

                                                                        A Luis Martínez López

Apenas cabía su corazón en una copa cuando lo encontré, aleteando, sobre toda la primavera del valle dormido.

Yo quería regalarle una gardenia para los sueños imberbes de sus despedidas, unos bolsillos de felpa donde guardarse los ojos entre botones de espuma e imperdibles de lluvia, también el azul que inverna en las noches antiguas donde siempre se cantan las coplas efímeras de la añoranza.

Yo quería ser el hada que sueña posibles abrazos en la frontera frágil de su esperanza, pero en el reparto del mundo me tocó ser yo misma por los cuatro costados, y sobre el indefinible surco del océano dibujé su sonrisa engarzando atolones en el tiempo detenido de la memoria. Hoy el día acaba de sembrar de almendros el horizonte lírico de los besos y las palabras ya se quedan como frutales guijarros sobre el tenue aliento de la vida compartida.

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