Bienvenidos al hogar de mi alma

Categoría: Cotidiana eternidad (Página 35 de 41)

La culpa es de la cuerda de tender


No le des más vueltas, la culpa ha sido de la cuerda de tender.
Se había vencido con el tiempo, ya estaba arqueada y sin color, apenas un mínimo hilo de costumbre la mantenía unida a la polea metálica que, chirriante y confusa, lloraba sin fuerzas por un leve aliento de viento más.
Y eso que lo intentamos con todo: los limpios algodones de bebé, el sutil encaje de las noches ardientes, las toallas con olor a lavanda de los días iguales o las sábanas dispuestas a pecados y sueños.
También compramos pinzas de colores: rojas de fresas y mermelada, azules de océanos inalcanzables o esas verdes que tintan esperanza más allá del patio vecinal.
Pero no ha podido ser, la erosión del silencio ha sido más fuerte que el cáñamo y la voluntad de supervivencia textil, la naturaleza ha impuesto su ritmo de verdades veladas y no nos acordamos de buscar una escalera para cambiarlas antes de estas tempestades.
No le des más vueltas,
la culpa ha sido de la cuerda de tender pero yo,
mañana,
me compro una secadora.

50 Años juntos: Luis y Maruja

 

Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo

pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted

es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

Poema | Mario Benedetti

Tantas celebraciones…


Como un escapulario de inusitadas alegrías seguimos celebrando que, al menos, seguimos vivos y que, por lo tanto, la curiosidad nos abre camino, la esperanza, el riesgo y la luz, la sutil templanza de una humanidad que camina hacia ninguna parte y hasta el mismo centro del incuestionable universo.
Estamos vivos, en movimiento y sabemos que, más allá de este desierto, hay un oasis donde abrevar con la sed justa de los héroes mínimos que alcanzan la fragancia descalza de la rosa que amanece.
Porque ya es primavera, porque acabamos de desembarcar del sueño, porque nos vamos despojando de las lanas y el miedo, porque, a pesar de todo los almendros ya estallan con una voracidad de siglos cavernarios.
Y también hemos celebrado el día mundial de la poesía, y las fachadas se visten de verso y se adornan, insinuantes, con rimas enamoradas de lascivas ternuras.
Y también hemos celebrado el día de todos los padres, de los que aman, de los que no descuidan su amorosa tarea, de los que luchan y esperan, de aquellos que saben ser algo más que semilla, algo más que fruto baldío en los anales de un tiempo roto.
Y ha sido tiempo para celebrar el día internacional de la felicidad, y el de nuestros compañeros de camino con síndrome de Down, y el de la vida, y el del calendario nunca detenido… y el del amor. Porque al final de todo solo nos queda este instante preciso en el que, pese a todo, seguimos apostando por el futuro de los ojos que abren horizontes nuevos.

El viento, la vida, la eternidad

No podemos negar que el gran protagonista de esta invierno es el viento. Ese que ha hecho volar tejados, melenas y memorias, que nos ha despeinado la conciencia y ha enredado farolas y palmeras en un baile singular de paisajes encontrados.
Es ese viento que viene, de vez en cuando, a arremolinarnos la esperanza y a traer latidos nuevos donde se había instalado el puro conformismo del complaciente diario. El viento arrebatador y profano, el que golpea ventanas para despertarnos del íntimo sueño de las verdades a medias, el que nos azota inclemente, más allá del terco hermetismo de una historia que yace en las páginas mugrientas de los infelices periódicos.
Más allá de los Apocalipsis inventados, de los Armagedones televisivos o de los Holocaustos persistentes, la propia esencia vital de la naturaleza viene a darnos un toque de atención, una palmadita en la conciencia, una palabra hecha aire para recordarnos la única obligación de todo ser humano: ser feliz.
Así que dejemos que venga, que nos envuelva como a niños recién nacidos y dispongámonos a vivir hoy lo que nunca antes habíamos aprendido, que cada día es nuevo, y cada segundo el principio y fin de una eternidad.

Hoy la Reina está de fiesta

Hoy la Reina está de fiesta. Por fin los Borbones salen a las portadas de los periódicos para hablar de felicidad más allá de las fotos oficiales, las cacerías inoportunas, los accidentes balísticos o los bolsillos sin fondo de los consortes atrevidos. Hoy se ha hecho justicia para la casa Borbón.
Y es que, aunque no lo parezca, la tatarabuela andaba, cual espíritu incorrupto, pidiendo justicia sobre el desastroso legado de su memoria. Demasiada miseria institucional para una mujer que solo quería vivir y que le cayó la desgracia de la monarquía como una losa incombustible.
Pero hoy la Reina está de fiesta, y yo con ella.
Nos acaban de conceder el PRIMER PREMIO a la MEJOR ACTRIZ en el Certamen de Teatro «Siete Llaves» de la ciudad de Sepúlveda, en Segovia.
¡¡Larga vida a la Reina!!

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