Hay días en los que ya no quiero saber más. Cerrar los ojos a la realidad, la mente a los índices económicos, el corazón a las listas indecentes de los corruptos. Hay días en los que cerraría el periódico de la actualidad, para abrir el de mi imaginación. Ya estoy buscando los titulares:
«Por falta de juicio han cerrado los juzgados y han abierto más parques»
«Los ladrones institucionales han devuelto lo robado.Su prestigio y dignidad ruedan calle abajo (si es que alguna vez tuvieron dignidad,claro.)»
«El último hombre maltratador ha quedado expuesto, como el de Neandertal, en el Museo de Ciencias Antinaturales»
«Una borrasca de buenas energías se infiltra en el planeta. Los tristes que busquen un paraguas de titanio, va a ser demoledora»
«Hemos tocado fondo y descubierto que sólo en lo más profundo existe vida. Cada uno que busque el suyo. Los investigadores, como siempre, no se ponen de acuerdo»
Necrológica: Maripo de Putuflá se ha muerto de pura vida. Te recordaremos siempre y seguiremos tu ejemplo.
La política no es cuestión de creencias ni ilusiones. Ni el amor tampoco. No tengo tiempo para la fe. Ya no me quedan ganas para las complacientes verdades veladas de la esperanza. El tiempo se me agota. Se ha terminado el aliento lívido de los ángeles comiéndome la nuca, de Satán desgarrándome la camisa entre balances inconclusos y presupuestos imposibles. Ya tengo edad para pedir resultados a mis apuestas emocionales, a mis sueños decapitados, a esos votos que han dado voz y nombre a pesar de las revueltas del alma y sus silencios. Ya voy a pedir responsabilidades. He dejado todos mis impuestos emocionales a vuestra merced. La confianza desbordada por las fuentes de mi llanto. Y ya no sé si el balance, a estas alturas, ha resultado positivo. Estoy al borde la bancarrota y los sueños se han decapitado en el mismo horizonte de la desesperanza. He tocado el fondo. Voy a pedir responsabilidades. Ni el amor ni la política es cuestión de fe. No tengo tiempo. Nadie tiempo…ni esperanza vacía.
Existen días con sol, días con lluvia y días con teatro. Existen palabras de culpa, de disculpa, de cariño y palabras de teatro. Existen abrazos silenciosos, pecaminosos, imperceptibles y abrazos de teatro. Existen llantos por la ausencia, por el odio, por el amor perdido y llantos de teatro. Existen saludos para el adiós, para la bienvenida, para el esperanza, y saludos de teatro. Porque existe vida más allá de la vida, existe el teatro. Somos eternos. Somos teatreros. Os quiero.
Hace años pensé que llegar a los 50 era un reto sólo superable por los grandes héroes de la contención o de los vampiros. El año pasado llegué a esa bendita cifra. El medio siglo es un número redondo. Cuando una supera una cifra redonda sólo tiene que celebrarlo como merece: escuchando a los maestros para seguir aprendiendo (sólo a través del aprendizaje, y el asombro, nos sentimos conectados a la vida)
Benditos poetas que habéis sembrado mi camino de luz y esperanza.
Bendito Benedetti, gracias por este hermoso poema, por seguir regalándome puertas abiertas a la sorpresa.
Hoy mi cumpleaños es tuyo, porque existe vida más allá del medio siglo.
PASATIEMPO
Cuando éramos niños los viejos tenían como treinta un charco era un océano la muerte lisa y llana no existía
luego cuando muchachos los viejos eran gente de cuarenta un estanque era océano la muerte solamente una palabra
ya cuando nos casamos los ancianos estaban en cincuenta un lago era un océano la muerte era la muerte de los otros
ahora veteranos ya le dimos alcance a la verdad el océano es por fin el océano pero la muerte empieza a ser la nuestra.
Ayer fui al mercado como todos los sábados. Día de verano. Lencería a buen precio y las pescadillas saltando entre los mejillones y el queso de cabra fresco. Me gusta mezclarme con la algarabía frutal de las sandías, con el látex fluorescente de los minúsculos biquinis, con el crepitar silencioso de los enérgicos berberechos. Me gusta la vida. Y entre todo el gentío habitual algo llamó mi atención: los políticos habían salido a la calle, se habían mezclado con la gente. De momento pensé que un milagro había asolado España, los 500 años del nacimiento de Santa Teresa no podían pasar desapercibidos. Pero no, no era algo tan místico y apetecible, simplemente eran unas nuevas elecciones municipales: las que más me gustan, las que refrescan la memoria, las que desenmascaran y maquillan, las que contagian los virus de la hipocresía en una pandemia de patéticas dimensiones. Les sonreí a todos, les agradecí que salieran a formar parte del mundo que dirigen, que se mezclaran con este almizcle de hedores y perfumes humanos, de dolores que ellos firman, de alegrías que rescatamos pese a sus malas gestiones. Acepté sus propuestas y sus buenas intenciones. Mi memoria ya empieza a ser histórica y mis ancestros, todavía, me pellizcan los riñones. Ya no me engañan. Soy el eco repetido de un ayer que sigue presente sobre la esperanza de una nueva puerta abierta a la luz de una incógnita permanente. Reconozco a los culpables y no les perdono. No perdono sus delitos, sus silencios, sus estrategias ni su complicidad. Por eso voy a abrir nuevas ventanas hacia el horizonte de la esperanza. Y así, esquivando promesas y sonrisas que caerán en saco roto, me voy al mercadillo, como cada sábado, a buscar la eterna sensualidad de los días iguales. Las jugosas sandías, los erectos plátanos, el delicado aroma del melocotón. Las almejas aplaudiendo mi llegada, los apetecibles pepinos, la miel del albaricoque o esa impúdica desnudez de las rojizas cerezas. Efectivamente, habían llegado las Erecciones Municipales y como no tenía otro deseo, me fui a bailar rock and roll con aquellos que más quiero.
«Hacedora de versos» (lo que la RAE llama poetisa)
Maceradora de palabras en casi todos los formatos.
Actriz a ratos.
Madre en prácticas.
Ama de casa en contrato indefinidamente temporal.
(Para saber del currículum completo, preguntar sin vergüenza. Se responde a todo y, de vez en cuando con la verdad.
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