Bienvenidos al hogar de mi alma

Autor: Sacra Leal (Página 87 de 98)

"Hacedora de versos" (lo que la RAE llama poetisa) ,maceradora de palabras en casi todos los formatos, actriz a ratos, madre en prácticas, ama de casa en contrato indefinidamente temporal...
Para saber del curriculum completo peguntar sin vergüenza...Se responde a todo y, de vez en cuando, con la verdad.

Descubrimientos de 2011 (VII): Amarte todavía

Deshacerse del moho enquistado que acumulan las tétricas paredes de ladrillos asimétricos, ventanas medio abiertas y balcones que asoman a un paisaje de árboles de plástico.
Acostumbrarse a que se peguen las lentejas, a que batallen los garbanzos o enseñen su lascivia imperecedera esos fideos que inventan eternas coreografías más allá del “avecrem” o de la sopa rápida desnatada y sin tiempo.
Amarte con la prisa justa de un segundo eterno o del siglo que acumula verdades a medias entre juicios y fuego. Dejar que la vanidad del instante lo borre todo para renacerlo después entre bautismos inútiles y comuniones sin velo.
Es la eterna incógnita, la fórmula inexacta que explosiona entre el oxígeno y el beso, la variable que llena de luz el átomo que retoma el barro bajo el mismo llanto de la órbita y el sueño.
Es amar todavía, pese a todo, pese al tiempo y la memoria. Más allá de nosotros mismos, de los labios y los brazos. Mucho más lejos de toda lógica, como si un dios sin miedo nos hubiera unido en el horizonte de una ensoñación retórica sólo apta para el olvido del fuego, de la nada brutal y cotidiana que desliza sus tentáculos de perecedera eternidad en el trasfondo del calendario.

Revolviendo la Navidad

Pues sí, Maricrismas, este año he decidido tomarme las navidades de otra forma. No he probado ni un sólo polvorón, y no te vayas a creer que es por los controles calóricos, que yo a estas alturas me los paso por el forro de las lorzas, es que, casi mejor, me los guardo para julio que en el calor de la playa tienen que sentar divinamente.
Tampoco he visto el discurso del rey, no es que otros años le hiciera mucho caso, la verdad, pero parece que ese soniquete entre gangoso y de ultratumba daba paso, como con más formalidad, a chupar las cabezas de los langostinos de una forma más ceremoniosa. Total ya sé lo que ha dicho, que la justicia es igual para todos pero jódete tú que yo soy el rey.
No he comprado lotería, nunca he sido de números y esos niños repelentes me dan tanta grima que un día de estos los debían santificar.
Tampoco he puesto árbol ni belén. Es pura pereza, lo sé, y que también me van dando miedo las alturas, sobre todo los altillos de este armario que guardan toda una vida acolchada entre polvo e insectos. Y que no tengo ganas de tocar bolas, ni lanzar purpurinas, ni encender velas esperando la buena-nueva, la misma que debe haberse perdido por a saber que otras vidas.
Y todo es por llevar la contraria, respondona y cabezota que nací y que, con los años, se afianza más en mi propia idiosincrasia primitiva.
Ya no mando postales, ni devuelvo los SMS con felicitaciones divertidas, ni cojo el teléfono cuando sé que me van a desear la felicidad efímera de una sola noche.
Pero tú, por si acaso, déjate el móvil a mano que el día menos pensado te llamo para tomarnos un granizado de limón bajo el gélido cielo de diciembre, mirando hacia levante y con los pies desnudos.
Porque siempre hay un día para iniciar el camino.

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