Hoy ha amanecido el día gallego: lluvioso y lleno de preguntas. Apenas he abierto el paraguas, una sensación de naufragio me ha calado la memoria. Tengo que empezar a desordenar los cajones, a romper viejas fotografías, a incinerar en el olvido tanta herida descubierta, tanto llanto quebrado en los paisajes del tiempo. Quemar rastrojos y mangas, botones y cucharas frías, bolsillos llenos de lodo taponando las ventanas que siempre dan al mediodía.  Y la lluvia cae, como sin cielo, como un milagroso maná que invitara a la despedida.