ME ECHO DE MENOS

Me echo de menos cuando descuelgo el teléfono y no reconozco mi voz,
cuando me lloro sin lágrimas y me consuelo sin pañuelos planchados,
cuando desisto de las nueces y el chocolate, de la sopa de lluvia,
de los asmáticos helados de otoño a la sombra de una acacia desnuda.
Me echo de menos siempre que inauguro una duda más,
siempre que destemplo los calendarios con vacíos de noctámbulas ausencias,
siempre que me busco en los buzones con añorada nostalgia
de matasellos agridulces que evoquen paraísos almendrados.
Me echo de menos ahora, que escribo desrimando secretos enfermizos,
ahora que rimo desescribiendo verdades de patios vecinales,
ahora que me echo a volar como cada día y, como cada día,
caigo de bruces en la soledad imprevisible de la libertad negada.
Me echo de menos cuando me busco en la vivencia de los ojos ausentes
y sólo encuentro latidos de ignorada distancia.