La política no es cuestión de creencias ni ilusiones.
Ni el amor tampoco.
No tengo tiempo para la fe.
Ya no me quedan ganas para las complacientes verdades veladas de la esperanza.
El tiempo se me agota.
Se ha terminado el aliento lívido de los ángeles comiéndome la nuca,
de Satán desgarrándome la camisa entre balances inconclusos y presupuestos imposibles.
Ya tengo edad para pedir resultados a mis apuestas emocionales,
a mis sueños decapitados,
a esos votos que han dado voz y nombre a pesar de las revueltas del alma y sus silencios.
Ya voy a pedir responsabilidades.
He dejado todos mis impuestos emocionales a vuestra merced.
La confianza desbordada por las fuentes de mi llanto.
Y ya no sé si el balance, a estas alturas,
ha resultado positivo.
Estoy al borde la bancarrota
y los sueños se han decapitado en el mismo horizonte de la desesperanza.
He tocado el fondo.
Voy a pedir responsabilidades.
Ni el amor ni la política es cuestión de fe.
No tengo tiempo.
Nadie tiempo…ni esperanza vacía.