Yo solo sé que un día me desperté rezando.
Alguien me dijo: Dios existe, Dios te ama, Dios te espía.
A partir de entonces dejé de creer en la vida para prepararme para la muerte.
He sido pulcra, no he robado, ni deseado bienes ajenos.
He amado a un hombre entre las rendijas de mi memoria,
y al resto entre los escapularios de mis instintos.
Soy anarquica y desordenada, sobre todo con las preguntas,
nunca sé donde me dejo ni las bragas ni la memoria.
Rezo cuando me acuerdo y canto siempre,
aunque no entone.
Soy víctima de la vida.
Me siento feliz.
He llegado al límite.
Dios, me has despojado de tu carga.
Por fin, soy libre.
Ahora, tú y yo,
somos la misma persona.