Bienvenidos al hogar de mi alma

Mes: septiembre 2016

El tiempo de ser inmortales

 

María Salud, tendremos nuestro café cualquier día de estos.
Feliz viaje amiga.
Paco, amigo, gracias por tu generosidad, mi corazón está contigo.
Y también para María y María José, amigas siempre.
Os quiero.

Hay épocas en las que pensamos que no somos perecederos, vencibles y prescindibles.
Perfectas piezas de un puzzle universal en el que todo es lo que parece y nada desaparece frente a ese todo.
Somos la luz perfecta frente al ocaso germinal del mundo,
la llave exacta que descerraja los misterios
o la fórmula precisa en los matraces del futuro.

Es el tiempo de ser inmortales.
Es el tiempo de vivir y ser vivido.

Más tarde, que siempre es pronto, te das cuenta que no somos inmortales, invencibles e imprescindibles, del mismo modo que, también, somos imborrables.

Gracias por ser y permanecer.

Hay que tener valor, incluso para vivir


Hay días que una se levanta con la vida de espaldas.
Y el tiempo es esa losa insalvable en el caótico calendario.
Hay días que, por mucho que brille el sol, parecen de noche.
La noche negra de las sonámbulas mariposas del sueño.
La noche oscura de los desvencijados místicos del infierno.

Hay días en los que sólo acontece lo prescrito, lo adecuado y solemne.
Hay días en los que hay que tener valor, incluso para vivir.

Seguimos de luto


Dicen que sonreír nos mantiene más jóvenes.
Alegrarse de vivir nos alarga la propia vida.
Divertirse, no pensar, no sentir, no sufrir… es el único elixir de la eterna juventud.
Supongo que es cierto.
Yo no quiero vivir tanto.
Para lo que me queda, y mientras todo siga igual, seguiré llorando, enfadada, peleando, sufriendo y deseando que exista un cambio YA.
Una eutanasia dilapidaria y definitiva.
Mientras tanto,
no pedirme más,
seguiré vistiendo el luto de los vencidos.