Bienvenidos al hogar de mi alma

Mes: octubre 2014 (Página 1 de 2)

No me acostumbro


No me acostumbro a los días sin luna
ni a las noches sin sol.
No me acostumbro.
No me acostumbro al café con azúcar,
al cacao del chocolate
ni al salino arrecife que emanan las lentejas.
No me acostumbro.
No me acostumbro a las escaleras sin vértices,
a las esquinas redondas,
al colapso en las carreteras
donde sólo transitan ovejas y niños.
No me acostumbro.
No me acostumbro a quedarme así,
estática en la costumbre,
desmemoriada y ausente,
fugitiva de mí misma y mis miserias emotivas.
No me acostumbro.
Dadme alas, voz, alarido y olvido
que yo pondré un río de lágrimas
sobre la tinta indeleble de la desmemoria.

Ciudadanas de la vida y la esperanza


Me gustas.
Adoro tu olor a canela y esperanza.
Me enervan tus misterios.
El silencio de los párpados que buscan las maravillas del universo.
Envidio la frescura de tu futuro
y esa llave mágica con la que abres los días
que se agolpan, incesantes, en la acera de la memoria.
Me gustas.
Te amo.
Me llenas de latidos este espacio
en el que a menudo caigo desarmada,
descuidada,
despistada,
desesperanzada…
Tú eres el motivo.
La causa perfecta para retozar desnuda
en el húmedo paraíso de los vientres redondos.
Me gustas.
Te amo
.
Porque eres, en ti misma, ese faro sin tregua
que alumbra este ocaso de desangeladas palabras sin timbre ni memoria.
Esta es mi única herencia: el amor.
Hija mía, somos ciudadanas de la vida y la esperanza.

 

Algo que contarte

Ven, tengo algo que contarte.
Fuera de los alambiques de la esperanza llueve.
Más allá de los cántaros y las cenefas,
en el hondo crujir de los hojaldres y
en el frutal arrecife de la despensa.
Llueve más allá de este silencio que nos acoge
sobre el íntimo deambular de los días iguales.
El paisaje se detiene,
sabe a repentina arena,
sólo la sílaba permanece
en este instante mágico donde nos encontramos al borde
de una nueva verdad desvelada.
Tengo algo que contarte…
pero tú ya lo sabes.

Nocturno carmín con Greta Garbo


Quiero estar así: estática y magnánima.
Así: ambiguamente emocionada
sobre la desnudez del mundo y su desaliento.
Vestida para el triunfo de la vida,
más allá del fugaz incendio de la muerte.
Levemente etérea sobre el alfeizar de los verbos sin tiempo,
de los adjetivos sin luz ni memoria.
Quiero estar así: serenamente descendida
hacia la emoción primitiva
de la libertad que nos eleva sobre el lecho y el musgo
de aquel beso primero en la soledad del llanto.
Quiero ser ese relámpago de añoranza
que se queda prendido en la memoria de los amantes huecos.
Y al final, ser-siendo,
elevarse sobre la fragilidad del silencio
para perdurar más allá de las eternidades con sabor a lluvia.

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